jueves, 25 de junio de 2015

AL APAGARSE LAS LUCES

 Cerrarás los ojos y no volverás a habitar tu cuerpo. El alma dirá adiós a su mundana prisión que dio albergue desde el inicio de los días. Un último suspiro se sentirá antes del silencio abismal, el silencio ensordecerá el aire y lo contaminará con su calma lacerante. El corazón será un lago invernal en su cristalina quietud al compás de la nieve sigilosa. El cuerpo sólo será un traje añejado y gastado por el tiempo y la desdicha, sus telas quedarán como testimonio de las circunstancias. Aquella vestimenta se mostrará por última vez a aquellos que derramarán sus dolientes lágrimas en una catarsis social previamente convenida. Cuando la oscuridad nos invite a sus aposentos no sentiremos nada, el vacío será nuestro guía y fiel compañero. La negrura total nos brindará una colosal reverencia para invitarnos a sus dominios eternos. Juntos, la oscuridad y el vacío firmarán sus juramentos en una tela invulnerable con una tinta de color escarlata. Sin otra demora, seremos eternos huéspedes en los parajes de lo irreal y la abstracción será nuestra única manta en el frío de la penumbra. Entonces, al morir todas las luces diremos adiós a esta fantasía que solíamos llamar realidad y abrazaremos el comienzo del fin, donde lo inmaterial y alienado se volverá nuestro todo, para siempre.

domingo, 14 de junio de 2015

HOY

 Un murmullo se oirá en el aire por el fugaz revoloteo de esas accidentadas pero orgullosas alas acostumbradas a luchar con la piel desnuda contra el frío y la tormenta. Las demás aves serán atónitas invitadas en esta velada privada. Ni la escarcha o el rocío podrán quebrantar el ominoso escape que se acerca en esta medianoche. Aquellos hermosos vitrales de color pardo no reconocerán a este vagabundo errante que surgió del atardecer estival que quedó olvidado en las profundidades sin retorno de la conciencia. Nadie será capaz de seguirle el paso pues su rumbo lo trazó mucho antes de partir hacia nuevas tierras prometidas. Quizá en su apacible ruta pueda ver el mundo desde las alturas y pueda comprenderlo mejor. Quizá sus alas tomen mayor fuerza gracias al aire puro y cristalino de este invierno. Solo queda respirar y observar el horizonte con nostalgia para pretender dilucidar las huellas y fragmentos de lágrimas que quedaron tras aquella veloz partida.