Nació en Chiclayo y
estudió leyes en Lima. Luego viajó a Santiago a trabajar de mesero en un bar de
Mapocho. Pedrito trabaja de sol a sol. Su jefe dice que es un flojo. Sus compañeros
de pega bromean por su particular acento cantadito. Cuando los fines de semana agarra
el escobillón y su tacho de basura, las señoras de las 4x4 lo miran con
desprecio. De vuelta en el metro, al pasar por Baquedano, los demás
trabajadores santiaguinos se molestan por su olor a sudor. Cada noche debe
zigzaguear por las calles para llegar a su cité, los neonazis de Bandera son
cosa seria. A pesar de todo, Pedrito le reza a su virgencita cada noche y da gracias por
vivir en el país en el que se quiere al amigo cuando es forastero.