Me paralizo y los
recuerdos que me visitan son cada vez más reales. La lluvia golpetea sobre el
techo. El olor a sopaipillas se mezcla con el de Antonio Banderas Golden. Ahora hay más voces que en un día normal.
Hoy son ocho platos en vez de cinco. Más calor para cada pieza en este invierno
húmedo. - Donde comen cinco, comen ocho
- dijo mi mamá cuando aceptó. Otra vez se salió el canal, mi mamá y mis
hermanos mayores pasaron toda esa noche limpiando y secando la casa. Todos
ayudaron menos uno. No soy fanática de los perfumes, pero Antonio Banderas Golden no será fácil de borrar de las heridas de
mi cuerpo.