El frío de
esa mañana de septiembre abrigaba a aquel par de amantes en aquella ajena banca
del parque en medio de la emergente rutina santiaguina. Sus brazos, tal mordaz atadura,
ejercían presión sobre sus cuerpos jóvenes en un apasionado cuadro de vehemente
desesperación. Con sus manos se acariciaban deteniéndose en cada detalle y
opulenta geografía como si del tacto dependiese esa conexión que tanto ansiaban
concretar. Sus lenguas se unían y danzaban al compás de sus exaltados
corazones. El palpitar de sus emociones ya no tenía cabida en la bomba que
estaba a punto de estallar en su interior, el grito desesperado de locura
mezclado con excitación hacía eco en su desinhibido actuar en aquel parque. La oscuridad que se rendía frente a la luminosidad
de ese nuevo día dejaba entrever atisbos del encuentro furtivo que se presenció
en esa banca. Los ojos castigadores y censuradores de los caminantes que
pasaban por aquel parque no hacían más que avivar el acto de pasión que esta pareja estaba vivenciando. Sólo después de una hora, ella tomó la mano de su
pareja y juntas se fueron caminando hacia la estación de metro para comenzar la
vacía rutina laboral, cada una por su propio lado.
sábado, 13 de julio de 2013
DEMENCIA
“¿Tan
fácilmente te has olvidado de mí?”, el prisionero preguntó. “Somos ustedes”.
“Somos la locura que está encerrada en todos ustedes, rogando por libertad en
cada momento de tu vida desde lo más profundo de tu mente animal. Somos
aquello de lo que te escondes en tu cama todas las noches. Somos
lo que duermes, silencias y paralizas cuando te vas a tu cielo nocturno,
donde no te podemos alcanzar”.
El investigador
hizo una pausa. Apuntó al corazón del prisionero y disparó… al caer, el sujeto débilmente murmuró: “Casi… tan… libre…”
Adaptado del Creepypasta “Experimento ruso de sueño.”
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