El ayer se presentó en
la vereda del frente y reveló sus cadenas de hierro que aún amarran tus alas esquivas.
Su presencia recordó el estado actual de las cosas. Sin pertenecer a ningún
lugar, no tener nacionalidad. Es como navegar un océano sin jurisdicción donde
las leyes no se aplican y ningún ser puede clamar soberanía. Surcar el aire sin
ser un ave, nadar contra la corriente sin ser un pez. Estar en esta vida sin
tener certeza de existir. Estar aquí a tu lado desconociendo si es junto a ti. Tal
vez este estado neutral ofrece la recompensa por aquel acto valiente pero
rupturista que se ejecutó frente a nuestros ojos. Habito en ti, pero solo en la
superficie, puedo recorrer la geografía que confieres, puedo depositar mi ser
solo en las puertas de tu alma. Existe un acceso restringido a los pasajes de
tu espíritu. De ese lugar fui desterrado mucho tiempo atrás cuando mi corazón
decidió dar su último respiro. Tu alma aún clama por un pasado que no volverá y
se aferra con fiereza y se blinda de todo aquel que quiera morar junto a ella. Ahí
me encuentro yo, en los límites del reino de tu alma donde colindan tus parajes
superficiales. Obstinada labor realizo para alcanzar un pasadizo que me lleve
de vuelta al palacio de tus sentimientos y tu ser invite a mi alma a morar los
salones en reconstrucción de tu corazón. Pero ese es un futuro muy optimista que
el día a día se esfuerza por alejar muy a mi pesar, hoy ya no soy ajeno a ti,
pero tampoco tengo un pasaporte que me conceda acceso a las profundidades de tu
vida, solo puedo recorrer lo que decides mostrar, siempre cuidando de no dejar
alguna llave que me permita abrir alguna puerta que no quieres que sea
descubierta, al menos no por ahora.
miércoles, 22 de febrero de 2017
domingo, 12 de febrero de 2017
DESTINO LACERANTE
Oh, cruel destino que atas nuestro actuar
con tus lazos de púas
Mas hoy he decidido librarme de las
ataduras
Oh, cruel destino ya no serás quien mi
fatiga perpetúas
Mas hoy he decidido curar mis inmortales
amarguras.
Se dice que tu todo lo planeas con tu guion
tallado en mármol
Pobres las almas que osen desafiar las
sagradas escrituras
Grandes terrores caerán sobre quienes amenacen
tu control
Y las plagas serán un implacable recuerdo
de tu postura.
Siempre vuelven una y otra vez tus desalmados
recordatorios
En cada intento fallido por ejercer mi
voluntad en este despiadado páramo
Dónde tu yugo es imperante y a nadie le parece
conspiratorio
Que nuestros pasos ya estén escritos,
aunque no lo queramos.
Hoy he decidido cortar tus púas y con ellas
trenzaré una cuerda
Hoy he de romper tu guion de mármol y con
sus restos construiré un puente
Hoy he decidido no escuchar tus
recordatorios sin que la consciencia me remuerda
Hoy erigiré mi futuro desde tus ruinas,
donde mi corazón esté en tregua con mi mente.
martes, 7 de febrero de 2017
AMOR MEDIOCRE Y AMOR REAL
Hace tiempo escribí “Lo
intangible y la renuncia del yo” en el que discutía los diferentes conceptos
que las personas tienen respecto al amor-o al menos de lo que creen que es
amor- y concluía con que la mayoría entiende amor como sinónimo al miedo a
estar solo o sola. Amamos por nuestro miedo a estar solos en este mundo, que ya
es bastante difícil como para recorrerlo sin alguien al lado.
Quiero exponer aquí dos
ideas sobre el amor (de pareja). Un amor mediocre y un amor real. Es importante
mencionar que este escrito no pretende por ningún medio ser una apología a la
recuperación de valores occidentales que promueven el amor
heterosexual/patriarcal/monógamo sino más bien que puede ser aplicado a cualquier
relación que establezca como parámetros mínimos el intercambio de emociones y
sentimientos mutuos al mismo nivel (en un mundo ideal, claro) y/o intercambio
de interacciones corporales en las que el sexo es motor de unión, siendo entre
personas de cualquier género, sexo, raza o religión- sí, supongamos que vivimos
en un país súper pro, en el que a nadie le sorprendería a alguien que escribiese
sobre el amor entre mujeres, o entre hombres o entre personas LGTB-.
Comencemos por el amor
mediocre. Recuerdo que escribir sobre esta idea surgió luego de una
conversación durante la madrugada con un grupo de personas. Una de ellas
postulaba que nuestro mundo estaba así tal cual, por culpa de la falta de amor,
que las grandes desgracias estaban asociadas a la carencia de amor en nuestras
acciones y que el egoísmo nos tenía donde merecemos. Ahora bien, no digo que
estoy muy de acuerdo con esta idea tan apocalíptica y mesiánica pero si rescato
una parte de su fundamento, nosotros como seres humanos no estamos habituados a
amar ni a entregarnos al otro- u otros- pues vivimos en una sociedad que nos
enseña desde chicos que lo privado es sagrado, que lo que le pase al otro no es
asunto nuestro, que si el otro sufre es porque se lo buscó, que si la vida es
injusta para algunos es por designios extraterrenales así que está bien que
exista un grupo desfavorecido por tanto este será favorecido en otro nivel
espiritual, llámese después de la muerte, o en otra vida-u otro planeta-.
Es por esto que nos
acostumbramos al amor mediocre, o amor mundano, en el que solo damos en medida
que somos capaces de recibir, casi como una inversión con creencias de grandes
utilidades, mientras más damos, más esperamos recibir. El amor visto desde esta
perspectiva se vuelve una mera transacción, casi como ir mall de compras, voy a
la tienda que más me gusta y elijo el producto que más me tinca, veo el valor,
decido que tengo suficiente dinero- o suficiente crédito en la tarjeta, para
sacarlo a mil cuotas con intereses- me acerco a la caja y lo pago. Hago mío de
esta forma algo que quería.
El amor mediocre es también
amor por conveniencia, para no arriesgarse a perderlo todo y quedar desnudo-
espiritualmente, me refiero- amor por conveniencia de estabilidad o de estatus,
yo creía que las relaciones o matrimonios por conveniencia pertenecían al siglo
pasado, pero estaba equivocado. Estas relaciones modernas aún siguen enraizadas
a estas prácticas añejas, pero con otro nombre, ingenieros se casan o pololean
con ingenieras solamente, profes se mezclan solo con colegas de su magisterio, la salud
suele ser el rubro con menor heterogeneidad relacional. En las universidades se
dan las relaciones internas de las facultades, obvio que hay que estar muy loco
para mezclarse con la chusma de otras facultades, sobre todo la chusma de las
humanidades o la pedagogía. Esta faceta del amor, no sigue lo que dictan los
sentimientos, sino lo que dicta el status
quo. Pero no es solamente la homogeneidad en las relaciones, sino que
también la conformidad y la comodidad de mantenerse en la zona de confort la
que hace que el amor mediocre sea pan de cada día.
Visto así, el amor es
tan masivo como el Wi-Fi. Está en todas partes, cafeterías, restaurants, malls,
cines y aeropuertos, pero siempre y cuando tu consumas o compres algo tienes
derecho a la contraseña y, en muchos casos, a una navegación limitada por el
tiempo de estadía. Es muy poco común encontrar lugares en el que el Wi-Fi sea
gratis, ilimitado y sin contraseñas de acceso, como también es difícil
encontrar personas capaces de amar sin condiciones, sin peros, sin esperar algo
a cambio.
El otro amor, en
contraparte al amor mediocre, es el amor real. Tan difícil de encontrar casi
como el de encontrar un dinosaurio vivo en el siglo XXI. Todos hemos leído de
la existencia de los dinosaurios y habría que ser muy gil para desconocer su
veracidad científica. Pero solo leemos sobre los dinosaurios, vemos fotos de
“como fueron”, donde habitaban y sus características, al igual que el amor
real, sabemos en teoría lo que es, pero no lo podemos ver hoy.
Amar realmente
significa- en mi muy humilde opinión y espero no estar tan influenciado por mi
formación en una universidad jesuita siendo una persona no creyente en la
existencia de un ser superior- es entregarse por completo a ese otro u otra que
comparte sus momentos contigo, sin esperar nada a cambio, dar por el simple
hecho de generar una sonrisa o un buen día. Amar así es como enseñar a alguien
a pescar, le ayudas a conseguir la caña, el hilo, el cebo y el azuelo, le
muestras como se pesca, compartes horas con ese alguien en espera de que algún
pez muerda el anzuelo y cocinan juntos ese pescado, consciente de que a ti no
te gusta el pescado, no digo que lo comes, sino que estás ahí para disfrutar
cada momento por el simple hecho de entregar tu tiempo.
En este tipo de amor,
agradeces las cosas simples de la vida y los momentos entregados en su compañía.
Nada es una transacción, nada ocurre esperando una consecuencia, no existen
jaulas, solo un campo extenso para abrir las alas y volar en el momento
indicado hacia la migración.
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