martes, 7 de febrero de 2017

AMOR MEDIOCRE Y AMOR REAL

  Hace tiempo escribí “Lo intangible y la renuncia del yo” en el que discutía los diferentes conceptos que las personas tienen respecto al amor-o al menos de lo que creen que es amor- y concluía con que la mayoría entiende amor como sinónimo al miedo a estar solo o sola. Amamos por nuestro miedo a estar solos en este mundo, que ya es bastante difícil como para recorrerlo sin alguien al lado.

  Quiero exponer aquí dos ideas sobre el amor (de pareja). Un amor mediocre y un amor real. Es importante mencionar que este escrito no pretende por ningún medio ser una apología a la recuperación de valores occidentales que promueven el amor heterosexual/patriarcal/monógamo sino más bien que puede ser aplicado a cualquier relación que establezca como parámetros mínimos el intercambio de emociones y sentimientos mutuos al mismo nivel (en un mundo ideal, claro) y/o intercambio de interacciones corporales en las que el sexo es motor de unión, siendo entre personas de cualquier género, sexo, raza o religión- sí, supongamos que vivimos en un país súper pro, en el que a nadie le sorprendería a alguien que escribiese sobre el amor entre mujeres, o entre hombres o entre personas LGTB-.

  Comencemos por el amor mediocre. Recuerdo que escribir sobre esta idea surgió luego de una conversación durante la madrugada con un grupo de personas. Una de ellas postulaba que nuestro mundo estaba así tal cual, por culpa de la falta de amor, que las grandes desgracias estaban asociadas a la carencia de amor en nuestras acciones y que el egoísmo nos tenía donde merecemos. Ahora bien, no digo que estoy muy de acuerdo con esta idea tan apocalíptica y mesiánica pero si rescato una parte de su fundamento, nosotros como seres humanos no estamos habituados a amar ni a entregarnos al otro- u otros- pues vivimos en una sociedad que nos enseña desde chicos que lo privado es sagrado, que lo que le pase al otro no es asunto nuestro, que si el otro sufre es porque se lo buscó, que si la vida es injusta para algunos es por designios extraterrenales así que está bien que exista un grupo desfavorecido por tanto este será favorecido en otro nivel espiritual, llámese después de la muerte, o en otra vida-u otro planeta-.

  Es por esto que nos acostumbramos al amor mediocre, o amor mundano, en el que solo damos en medida que somos capaces de recibir, casi como una inversión con creencias de grandes utilidades, mientras más damos, más esperamos recibir. El amor visto desde esta perspectiva se vuelve una mera transacción, casi como ir mall de compras, voy a la tienda que más me gusta y elijo el producto que más me tinca, veo el valor, decido que tengo suficiente dinero- o suficiente crédito en la tarjeta, para sacarlo a mil cuotas con intereses- me acerco a la caja y lo pago. Hago mío de esta forma algo que quería.

  El amor mediocre es también amor por conveniencia, para no arriesgarse a perderlo todo y quedar desnudo- espiritualmente, me refiero- amor por conveniencia de estabilidad o de estatus, yo creía que las relaciones o matrimonios por conveniencia pertenecían al siglo pasado, pero estaba equivocado. Estas relaciones modernas aún siguen enraizadas a estas prácticas añejas, pero con otro nombre, ingenieros se casan o pololean con ingenieras solamente, profes se mezclan solo con colegas de su magisterio, la salud suele ser el rubro con menor heterogeneidad relacional. En las universidades se dan las relaciones internas de las facultades, obvio que hay que estar muy loco para mezclarse con la chusma de otras facultades, sobre todo la chusma de las humanidades o la pedagogía. Esta faceta del amor, no sigue lo que dictan los sentimientos, sino lo que dicta el status quo. Pero no es solamente la homogeneidad en las relaciones, sino que también la conformidad y la comodidad de mantenerse en la zona de confort la que hace que el amor mediocre sea pan de cada día.

  Visto así, el amor es tan masivo como el Wi-Fi. Está en todas partes, cafeterías, restaurants, malls, cines y aeropuertos, pero siempre y cuando tu consumas o compres algo tienes derecho a la contraseña y, en muchos casos, a una navegación limitada por el tiempo de estadía. Es muy poco común encontrar lugares en el que el Wi-Fi sea gratis, ilimitado y sin contraseñas de acceso, como también es difícil encontrar personas capaces de amar sin condiciones, sin peros, sin esperar algo a cambio.

  El otro amor, en contraparte al amor mediocre, es el amor real. Tan difícil de encontrar casi como el de encontrar un dinosaurio vivo en el siglo XXI. Todos hemos leído de la existencia de los dinosaurios y habría que ser muy gil para desconocer su veracidad científica. Pero solo leemos sobre los dinosaurios, vemos fotos de “como fueron”, donde habitaban y sus características, al igual que el amor real, sabemos en teoría lo que es, pero no lo podemos ver hoy.

  Amar realmente significa- en mi muy humilde opinión y espero no estar tan influenciado por mi formación en una universidad jesuita siendo una persona no creyente en la existencia de un ser superior- es entregarse por completo a ese otro u otra que comparte sus momentos contigo, sin esperar nada a cambio, dar por el simple hecho de generar una sonrisa o un buen día. Amar así es como enseñar a alguien a pescar, le ayudas a conseguir la caña, el hilo, el cebo y el azuelo, le muestras como se pesca, compartes horas con ese alguien en espera de que algún pez muerda el anzuelo y cocinan juntos ese pescado, consciente de que a ti no te gusta el pescado, no digo que lo comes, sino que estás ahí para disfrutar cada momento por el simple hecho de entregar tu tiempo.

  En este tipo de amor, agradeces las cosas simples de la vida y los momentos entregados en su compañía. Nada es una transacción, nada ocurre esperando una consecuencia, no existen jaulas, solo un campo extenso para abrir las alas y volar en el momento indicado hacia la migración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario