sábado, 31 de octubre de 2015

A/B

  Luego de un breve camino (o largo, dependiendo del color de tez) y después del amable aviso de aquella voz artificial que culminaba con la lucecita roja esa, la muchedumbre avanzó hacia la salida más cercana, la que al cruzar los límites de la estación se transformó en dos grupos visiblemente opuestos, donde unos cargaban pesados escritos sobre teorías y reflexiones postmodernas mientras que los otros traían sencillos manuales preparados por unas “mentes más avanzadas” con el propósito de instruir a los más desposeídos en algún oficio de corto alcance y limitadas aspiraciones. Al cabo de unos minutos y al cerrarse las puertas, ambos grupos no fueron más que una anécdota extrañamente rutinaria que a nadie pareció preocuparle.

martes, 13 de octubre de 2015

MEDIANOCHE


   Las horas se volvieron silentes e incorpóreas frente a tu retrato, el pulsar de este añejado errante se volvió más denso y presuroso. La roca desnuda fue mi manta en aquella lánguida mañana con la ventisca que venía del sur poniente. Aquel riachuelo cesó su marchar y se secó por completo, y la escasa vida que proveía a los animales que bebían sus aguas, se evaporó con el sol de octubre. Si tus ojos fueron una vez faros que iluminaban la pesada y fría noche de invierno, hoy no son más que territorios abandonados en unas ruinas sin nombre en la cumbre de aquella colina ficticia. Atrapado en las horas que dividen la noche y el comienzo de un nuevo día, los segundos se vuelven carceleros de una frontera inexorable, no pertenezco ni al día o a la noche, mi patria me fue arrebatada en un instante que vuelve una y otra vez a mis recuerdos y que esparce fragmentos del pasado en este momento. Dejé de pertenecer a la muchedumbre danzante al son del crepitar de las horas y minutos, pasé a ser un reflejo de vida, una proyección de algo que dejó de ser, una apariencia, una difusa sombra en la conciencia y me volví una penumbra en la brisa del alba. Ambos reinos reclaman mi presencia y luchan entre sí para ajusticiar lo que aparenta ser mi alma y ejercer soberanía por sobre la llama que se extingue con el correr de los días. La noche y el día, como extremos opuestos, plantearon sus argumentos para expropiar a mi ser de este cuerpo fatigado. Ni la luz ni las sombras me convencen, y aquí me encuentro en los parajes contiguos del límite entre el fuego y la oscuridad, sin pertenecer a ninguno.