domingo, 27 de julio de 2014

EN EL UMBRAL

 
 
  Allí acabó la huida de aquel ser, sus débiles y arañados brazos no fueron capaces de sostener su cuerpo exhausto. Aunque la cima nunca prometió nada concreto que le brindase un bálsamo para la inevitable realidad, este ser tomó rumbo hacia la cúspide muy a pesar de los de su misma especie. El camino nunca fue hacedero y sólo le presentó impedimentos que le recordaban lo absurdo de su empresa. Una promesa del aire fue su juramento sagrado y sus palabras las firmó ensangrentadas. Pero tal cruel emprendimiento fue más afanoso y le encaró la realidad que había desaparecido con esa neblina de lo irreal, se cansó de mendigarle suerte al inhumano destino, se rindió frente a los disfraces que el olvido entregó a su paso, renunció a la empresa que había comenzado largos años atrás, fue cosa de sólo un instante en el que desplegó sus lacerados brazos, cerró sus ojos y se despidió de la cumbre a la que alguna vez prometió alcanzar y se dejó caer en el abismo que le sirvió de epitafio.