Ella caminaba
acompañada de otro hombre. Se veían felices. Sus cómplices miradas tenían un
brillo secreto. El sudor quedó atrás, el fervor anidó en aquella cama neutral,
sus sortijas se mantuvieron bien guardadas en los bolsillos interiores, ambos
celulares desviaron cualquier llamada, las caricias y besos quedaron ocultos de
la luz del día. Al despuntar el alba, ella se despidió con un cordial abrazo y
condujo hasta su trabajo en los tribunales, él, por su parte, tomó el primer
bus que apareció y fue a desayunar con su familia, sus hijos ya tenían todo
listo para que él los fuese a dejar al colegio.
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