Nos callamos y nos
rendimos. Los discursos dejaron de existir. El silencio se oye más fuerte que
nunca. Tu aroma arde en la remembranza. El albor de tu sonrisa quema mi retina
a pesar de tener mis parpados en sueño. El anhelo de tu voz aprisiona la
esperanza rebelde. Hace solo una semana atrás las flores fueron removidas junto
con la tierra baldía y la tumba se sacudió. Era revivir esa incómoda parsimonia
a la que asistimos en el pasado. Aquello que dormía hoy despierta y exige
atención. Esos débiles músculos no son capaces de sostener tamaña verdad, la conciencia
se tornó cromada y a lo lejos se escuchó un crujido que tenía aires de
presente.
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