No recorras los
cementerios bajo la luz de la luna. Deja en paz a esas almas somnolientas. No
remuevas la tierra ni oses a destruir las flores que amanecieron sobre el
cuerpo durmiente. Hace un par de veranos atrás el cortejo se veía por toda la
ciudad cuando La oscura caravana recorrió 13 kilómetros para colocar el cuerpo
caducado en su cofre perenne. ¡Por favor! no desdigas esas plegarias
vociferadas al vacío y deja que las palabras reposen en las nubes. El hielo
cubre tu umbral y ya la primavera nos saluda desde el horizonte del ayer. El
ayer debe quedarse en su lugar, el presente no debe buscar asilo en antiguos rituales
ya extintos, la neblina del porvenir del camino cesa tu andar aun a pesar de tu
resolución. Mañana caminarás por sobre la hierba matutina y el frio no será el
mismo que aquella vez, el cálido resplandor de tus ideales será suficiente para
recordar el por qué a los muertos hay que dejarlos descansar y no perturbarlos.
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