jueves, 5 de enero de 2017

EN CERO

 Aún recuerdo nuestro mediodía cuando revoloteábamos en la orilla del mar y nos contábamos historias de vidas pasadas. Era mediodía y nos tomamos un café en el terminal de buses y seguimos con la plática interminable. Confesaste que huías del ayer y que el presente era tu guarida y escondite junto a mí. Eran las cinco de la tarde y me dijiste que debías regresar, que tu burbuja de felicidad estaba por desaparecer porque la realidad siempre volvía una y otra vez a tu puerta. Juntos cruzamos la frontera de la fantasía e ingresamos al mundo real con nuestro pasaporte de libre tránsito. Alrededor de las 8, justo cuando el atardecer se presentaba a nuestros pies, unas palabras de agobio flotaron de tus labios temblorosos. Mis oídos fueron cual puerto a esas errantes frases que zarparon de entre tus dientes y no pude más que reconocer el poco tiempo que nos quedaba de luz y de oxígeno. La medianoche llegó sin ser invitada y nos recibió en su gélido umbral, mas tu ni yo llevamos abrigo. Aún recuerdo cuando el sol estaba muy alto en el cielo y teníamos montones de historias que escribir, sin embargo, ahora luego de la medianoche, ya no quedan historias por ser contadas, ya no quedan páginas por llenar, la pluma que plasmaba nuestro camino se quedó sin tinta, ya no hay cafés que nos brinden calor como esa tarde de julio, nuestros pasaportes expiraron y no podemos cruzar hacia los parajes de nuestra burbuja escapatoria, este libro que se escribía solo se quedó sin páginas en blanco, estamos en cero al igual que esta historia antes de ti.

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