domingo, 23 de abril de 2017

LE PEDÍ A LA LUNA

   Hace setecientos treinta pasos atrás le pedí a la luna que te devolviera de tu revoloteo. En un ataque de egoísmo le supliqué que cambiases el rumbo hacia el norte y te dirigieras a mi escondite citadino. Esa noche, muy lejos de aquí la luna oyó mi ruego y con sus hilos de luz cándida amarró tus alas y te hirió para que no huyeras despavorida. De mala gana aceptaste el cobijo que se te ofreció, más tus fuerzas eran tenues. El paisaje que tus ojos ahora contemplan son los mismos de los que huiste tiempo atrás. Este ser sigue siendo el mismo que agotó tus esperanzas y que ennegreció tu trayecto iluminado. Hoy nuevamente me encuentro con la mirada fija hacia la luna y le pregunto si fue correcta esa decisión de interrumpir el curso natural de las cosas y hacerle frente al terco destino que todo lo arrebata. Aun espero esa respuesta de aquella luna silente. Hoy tu plumaje parece libre de llagas y tus alas se sienten fuertes nuevamente. Tengo miedo de la respuesta que llegue de la luna, pues muy dentro de mí hay una voz que sentencia lo que volverá a pasar, al igual que tres veranos atrás. 

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