viernes, 21 de junio de 2013

IMÁN

 Combatiendo enormemente contra la afinidad que ese extremo opuesto ejercía sobre su tangible corporeidad, y a la vez, negando su naturaleza positiva que lo atraía fuertemente hacia ese otro imán, así se observaba a ese testarudo y necio magneto hasta que un día sin que nadie lo notase, cerró los ojos y sintió como un poderoso impulso lo acercaba cada vez más a ese opuesto que tan fieramente había resistido tiempo atrás. Luego de un par de segundos, abrió los ojos y contempló que ese opuesto negativo formaba, junto con su tangible positividad, un solo imán y que su lucha había sido innecesaria pues, algo tan insignificante y simple como el,  no podía luchar contra las leyes de la física, sino más bien su cometido era unirse a su disímil en un imperecedero y potente abrazo de rendición y paz.